En su decimoctavo cumpleaños, Colin tropieza con Ray en Box Hill, pierde el control de su bici y cae sobre él. Así comienza una historia de amor propia de adolescentes, y que nada tiene de adolescente. A través de un sinfín de detalles y dobles sentidos vamos entendiendo la dinámica de una relación sadomasoquista entre el sumiso Colin y el dominante Ray; a la «antigua usanza», basada en actitudes e idiosincracias.
Colin, el narrador, habla por codos, se desvía y desvaría; parece la personificación de Cómo-escribir-una-novela. Su charla o diálogo interior, muy densa y sorprendentemente muy liviana para el lector, repasa su relación con Ray (el sexo duro, la «esclavitud» aceptada como condición inherente, etc.), abriéndonos también un abanico de temas contados con gracia y compasión, y dándonos un contexto histórico que abarca las décadas de los ’70, ’80 y ’90, invitando a la reflexión sobre las cosas más inverosímiles. También habla sobre su historia familiar, que primero desliga de la suya propia para volver a unirla después, explorando los temas de la pérdida, el recuerdo del primer amor y la dificultad de avanzar en la vida.
Esta pequeña novela, de párrafos abigarrados y sin divisiones de ningún tipo, es compleja y, además, se recrea en su propia complejidad. Y es también fácil, agradable, entretenida. No todo en ella tiene sentido, y tampoco busca tenerlo porque, desde el principio, la historia busca su cuota de azares.
Una novela diferente.
escrito en inglés | leído en inglés