Novelón. La amiga Emilia parió una novela que, aunque parece muy ligada a las corrientes literarias que agitaban Europa en aquella época, tiene singularidades propias y que, pese a una prosa generalmente rápida que atrapa desde la primera página, demuestra una cultura elevada a la par que un uso muy realista del habla popular.
La historia, ambientada en un caserón perdido en los montes gallegos, pone patas arriba las convenciones sociales, el machismo, el clero, los mundos rural y urbano, la degeneración de la aristocracia y la política; con una ironía fina que provoca sonrisas y un punto de partida tan tradicional que probablemente fuera en aquella época difícil de censurar pese a sus medias tintas exquisitas.
Julián, personaje que encarna el cura devoto y ortodoxo hasta lo pacato, llega a los pazos de Ulloa con el encargo de poner un poco de orden en una casa donde un autodenominado marqués, señorito asilvestrado de linaje antiguo venido a menos y poco menos que iletrado, está a verlas venir mientras su hacienda la administra Primitivo, un aldeano audaz y sin escrúpulos que tiene a toda la parroquia bailándole el agua. El marqués, no sabiendo manejarse sin él, le hace pocos ascos a su hija, mujer libertina que posa sus ojos sobre quien se le acerca y con quien tiene un bastardo… Tan bonito cuadro horroriza a Julián, quien apenas tiene recursos para enmendarlo.
Así comienza la historia, estructurada en dos partes o tomos, aunque el hilo argumental se desarrolla en tres escenas. La primera nos muestra los pazos de Ulloa y la vida en el valle del que forman parte. Una segunda escena, más bien corta, tiene lugar en Santiago de Compostela. La tercera y última devuelve el escenario a los pazos. Poco después de la llegada a Santiago, parece que la historia pierde fuelle; se tradicionaliza, la prosa pierde parte de su ironía y se acerca al convencionalismo moral. Poco después de la llegada a los pazos y con la narración volcada en la política como catalizador del hilo argumental, la narración recupera brillo y muestra el caciquismo, la inquina, la vanidad, la rabia aldeana, todo reflejado a través de la política por aquellos pagos; Emilia vuelve a sorprender con la descripción de los pucherazos y las consecuencias que tienen para todos. El final de la novela -que no desvelaré-, con una resolución indirecta y ambigua, me ha parecido todo un acierto.
En fin: novelón. Probablemente sea éste uno de nuestros clásicos más accesibles, de narración más moderna y de los que más podamos disfrutar. Y quizá sea también, desgraciadamente, uno de los menos leídos.
escrito en español | leído en español
¿te ha gustado este comentario? ¡compártelo!