Yo no sé si este libro es poesía, prosa poética, filosofía, ensayo, un conjunto de microrrelatos u otra cosa. Es, en mi opinión, un libro triste como pocos, un fado elevado al cubo. Por favor abstenerse de leerlo almas deprimidas; que nadie quiera cortarse las venas. Es diferente a los otros libros que he leído de Pessoa, comentados aquí y aquí. Y es, eso sí, un libro bonito en pequeñas dosis.
Nunca me he arrepentido tanto de leer un libro de seguido. Creo que este libro gana -y quizá así vaya releyéndolo- cuando se toma de la estantería, un día cualquiera, para leer un fragmento o dos de manera lenta, disfrutado de sus imágenes impactantes, se medita un poco y se devuelve a la estantería. Leerlo rápido y sin parar es arriesgarse a no comprender nada -si hay algo que comprender- e, incluso, a entristecerse a causa de las temáticas, que giran muy a menudo en torno al tedio existencial y a la futilidad de las acciones humanas.
Ahí queda mi recomendación, que yo mismo no he seguido a pesar de creer, al poco de comenzar la lectura, que esta decisión sería acertada. ¿Qué más puedo contar del libro? Es difícil elegir buenas palabras para describir las sensaciones fatalistas y desesperantes que el libro transmite, y para la aparente falta de objetivo del libro en su conjunto. De este modo, prefiero decir poco. Sin embargo, reconoco que los numerosos fragmentos de los que este libro de compone contienen imágenes bellas, originales y que invitan a pensar.
Lo dicho, creo que es un libro difícil para disfrutar de una lectura lenta y para leer de vez en cuando, quizá de manera tan lenta como fue escrito: durante 20 años.
escrito en portugués | leído en español