Alegre, optimista, piadosa; hacia el final: oscura, ambivalente, difícil; y siempre densa, culta y sonora. Así me ha parecido la poesía de Rilke que, en teoría completa, ofrece Anaconda en esta edición de mil páginas.
Leer a Rilke no es fácil, y menos en una edición sin presentaciones ni notas al pie. Aunque este tipo de ediciones suelen abusar de añadidos, no tener ninguno me parece mala idea. Ni siquiera sabía que las secciones intercaladas entre los libros publicados eran de poemas inéditos, muchos de ellos simples fragmentos incompletos, hasta que la lectura lo dejó en evidencia. La calidad de la encuadernación, la presentación y la impresión son, sin embargo, muy buenas.
Hay Rilke para aburrir, y me he aburrido leyéndolo a veces. Páginas y páginas de una poesía métrica y rimada sobre un número de temas limitado obran el efecto de que, si se lee muy de seguido, todo parezca igual. Aunque no lo es. Los poemas de juventud sobre su Praga natal me provocaron una sonrisa y me devolvieron recuerdos de esa ciudad, a la que tengo un cariño especial. Aunque me costó entrar en su poesía mística, profundamente religiosa, lo hice de lleno con la primera parte de su Libro de las horas. Y quizá sean esos poemas bienintencionados y agradables, que imaginan a un monje devoto pensando en Dios, los que más me han gustado y de donde más citas he extraído. Después llegó el aburrimiento, el más de lo mismo, para terminar en una nota distinta, en los tonos más oscuros y la rima ausente de las elegías, y en la complejidad temática y acaso moral de los Sonetos a Orfeo.
Y termino con una cita: «Du musst das Leben nicht verstehen, / dann wird es werden wie ein Fest» – «No debes comprender la vida, / para que así se convierta en una fiesta».
escrito en alemán | leído en alemán