2016 trajo consigo varias sorpresas, buenos y malos momentos, nuevas sensaciones, dudas y alegrías. Durante los primeros cinco meses del año leí poco, tan sólo 7 libros, 4 de los cuales fueron bien cortitos. ¡Pero qué meses! Tuve muchísimo trabajo, aceleré mi estudio del idioma alemán tras ser aceptado en el Goethe Institut, empecé a hacer pinitos con la lengua checa, asistí a dos conciertos increíbles y, sobre todo, viajé. Durante esos meses aproveché, como en los tres años anteriores, todo mi tiempo libre para conocer nuevos lugares. Visité rincones de Inglaterra que todavía no conocía y revisité otros. Visité Escocia, Alemania, Francia, República Checa, Eslovaquia y Austria. En algunos sitios compré libros y otros los miré desde la perspectiva de libros que había leído. Y en mayo, después de tanto viaje, me mudé de casa y me traje mis libros conmigo.
El resto del año fue más pausado y hubo más tiempo para leer. Los viajes, salvo dos largos viajes a España, se convirtieron en pequeñas escapadas, muchas de ellas para hacer senderismo con algún amigo. Leí más y escribí más, y hasta gané el segundo puesto en un concurso literario y publiqué una ilustración y un poemario. Hubo entonces muchos más libros, 27, leídos en trenes camino de algún lugar desconocido, en el parque o tumbado junto a una piscina, en autobuses, en el metro y, si lograba que no me venciera el sueño, en la cama. Y leía en alemán, según mi lectura en este idioma se volvía más fluida, en gallego, porque tenía morriña de mis años en Galicia, en inglés, porque gran parte de la literatura a la que tengo acceso es anglosajona, y en español, porque es mi lengua materna y la disfruto como ninguna otra.
La mayoría de los libros, 17, los leí en inglés; justo el 50%. Leí, una vez más, un batiburrillo de géneros: novela, relatos cortos, ensayo histórico, crónica periodística, divulgación, poesía, teatro y novela gráfica. Esta vez no toqué todos los continentes, ya que no leí a autores africanos ni tampoco oceánicos, aunque sí a autores de algunos países poco occidentalizados como Albania o la antigua Persia. Fue un año de un cierto tono político hispano; ahí están El holocausto español, La barraca y O lapis do carpinteiro, y aunque disfruté muchísimo estas historias, junto con la si cabe más política Palestine, tras leerlas necesité un descanso de tan rabioso que me pusieron. Aunque, incluso con ésas, nada más empezar 2017 me he metido entre pecho y espalda Muerte accidental de un anarquista…, ¡para no quejarse!
2016 ha sido también un año en que he leído más que en 2015, aunque no que en 2014. A veces leer más es bueno y otras no tanto porque, ¡hay tantas cosas que disfrutar!
De 2017 espero libros estupendos. Y espero también vivir un año tan bonito e interesante que traiga mucho más que libros.
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