UN VIEJO QUE LEÍA NOVELAS DE AMOR – luis sepúlveda

En la Amazonia ecuatoriana, un dentista visita un poblado de gentes embrutecidas, colonos llegados de otras partes del país merced a un imperfecto programa gubernamental de incentivos. Allí se mezclan con los salvajes shuar, etnia semicivilizada y nómada que poco a poco huye, como los animales, del límite menguante de la selva.

La historia cambia, de improviso, su punto de vista. Ya no importa el dentista sino uno de los viejos colonos, que ha pasado parte de su vida viviendo entre los salvajes y adoptando sus costumbres, y a quien el dentista le trae desde Guayaquil novelas románticas de un prostíbulo, que él lee pausadamente para sobrellevar la pesadez perezosa durante la época de las lluvias. Cuando un gringo mata a unos cachorros de tigrillo, la madre enloquece y busca matar a los hombres. El viejo, entonces, alcanza protagonismo como gran conocedor de la jungla.

Esta novela breve rezuma amor por la naturaleza, censura ante los desastres ecológicos humanos, brutalidad e ironía. Está contada con arte y una sencillez aparente. Es muy bella. La lucha entre el hombre y el animal ha terminado recordándome a «El viejo y el mar»; pero mientras aquella obra terminó resultándome, pese a su brevedad, larga para lo que desea contar, ésta me ha sabido a poco: me ha parecido que podría decirse tanto más, que abre un mundo de posibilidades tan grande como la Amazonia misma.

escrito en español | leído en español

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