LA MONTAÑA MÁGICA – thomas mann

Ésta es la historia de una panda de zánganos que pierden el tiempo en un sanatorio.

No, en serio.

En serio. El señor Mann hubo de tener una experiencia traumática en su visita a un sanatorio suizo, en Davos para más señas -lugar extraño, o quizá muy adecuado, para el Foro Económico Mundial que allí se reúne-, para escribir casi 1050 páginas sobre un montón de burgueses infantiles, vanos e inútiles que comen, descansan en una tumbona -oh sí, esa tumbona de la portada-, pasean durante diez minutos, vuelven a comer, descansan, comen, pasean durante veinte o treinta minutos, descasan, comen, descansan, comen y duermen, y que cuando intentan mantener una conversación sobre los temas más variados y profundos que la filosofía y la teología han parido, los argumentos grandilocuentes se mezclan de tal manera que no hay forma de sacar nada en claro y que, cuando parece que por fin sacas algo en claro, el narrador te dice que en realidad está todo mezclado. Pero bueno, tú sigues leyendo porque, en el fondo, la narración se deja leer y la historia tiene algo de interesante y no-pude-ser-siempre-igual. En efecto, cambia. Lentamente. Muuuuy lentamente. Y cuando parece que va a suceder algo, te lo cuentan en francés porque, claro, la buena sociedad habla de temas pudorosos en francés. Y te encuentras leyendo 15 páginas en francés, idioma que no entiendes, preguntándote por qué maldita razón no te habías lanzado con el original en alemán, si total ibas a entender lo mismo.

Ay, señor Mann, cuánto me gustó su «Muerte en Venecia«. Claro que en aquella época yo estaba interesadísimo en la estética como disciplina filosófica, tema en que su libro incidía sin yo saberlo. A «La montaña mágica» me he acercado sin prejuicios y como aquella primera vez, desconociendo su argumento. Sabía que encontraría disquisiciones de índole filosófica, casi diría ensayística; pero no creía que fueran embrolladas y contradictorias, sino  claras y con un objetivo relativamente claro. Pues no, parece que la intención era la opuesta. Muy bien, riámonos pues. Nos podemos reír una vez o dos (me reí una vez o dos), ¿pero cuántas veces son mil páginas?

¿De qué trata esta montaña del libro? Pues trata del tiempo, así en abstracto y si te atragantas, bebe agua. Es un muy buen tema y, francamente, está bien conseguido. Pero no sé si justifica tamaño volumen. Me parece que García Márquez logró una buena concepción del tiempo en «Crónica de una muerte anunciada«; me parece también que, sobre la relación entre el tiempo y la memoria, Borges hizo un trabajo exquisito con «Funes el memorioso«. Este último relato me vino a la mente al leer cierto párrafo de «La montaña mágica». Me pregunto si el cuento, publicado con posterioridad a la novela, estuvo inspirado por ese párrafo.

Menuda relación de amor-odio he desarrollado con este libro. Aunque he querido resaltar lo que me ha sacado de quicio, en el fondo -a veces muy en el fondo- «La montaña mágica» me ha gustado. Está repleta de ironía, a ratos hace pensar, a ratos engancha y cuando no, desespera; pero dejemos eso aparte.

Quiero comentar dos cosas más: la imagen de España en el libro y la traducción.

España está sobrerrepresentada en el libro en comparación con otros países, y sin embargo jamás se habla de ella de primera mano. España, para Mann, no es un país sino una metáfora de los valores caducos y retrógrados de Occidente. Sin embargo, las acusaciones son veladas la mayoría de las veces; no quedan claras, no hay personajes principales que encarnen los valores asociados a España plenamente; cuando parece que los hay, entendemos que su relación con España es muy indirecta y que tergiversan sus valores a conciencia. Cuando parece que estos valores son objeto de burla, por fuerza se respetan.

La traducción es la de Isabel García para Edhasa. No me cabe duda de que ha hecho un buen trabajo y de que el libro se lee con facilidad; creo que ése era el objetivo de la nueva traducción: acercar esta historia al lector moderno. He ojeado algunas críticas, tanto buenas como malas. No conozco ninguna otra traducción de esta obra y no he leído el texto original, de manera que no puedo opinar en ese sentido. En general, la traducción me ha parecido buena, y ha conseguido soslayar problemas difíciles que tienen que ver con la fonología y la manera de funcionar del idioma alemán, como el tuteo y otros temas que son recursos importantes en el libro. Y sin embargo, la traducción chirría, en concreto durante las primas y últimas 200 páginas, por alguna razón. Me explico. Aparte del error aislado aunque garrafal del «o otra vez» (página 796), hay elecciones gramaticales extrañas. Casi no se notan y, sin embargo, me hicieron detenerme en la lectura. Por ejemplo, en oraciones largas con varios sustantivos de referencia, se hace concordar a un adjetivo en género o número con un sustantivo que, en principio, no parece lógico aunque sea gramaticalmente aceptable. Algunas (aunque muy pocas) elecciones semánticas también me han parecido raras; por ejemplo escribir «no tenía vigor» en lugar de «no tenía vigencia» o «no estaba en vigor». Cierto es que mil páginas son muchas y que por otro lado la edición está cuidadísima y prácticamente está libre de erratas.

Pero no pretendo aburrir a mis lectores y este artículo ya es demasiado largo. En suma, ahora entiendo aquello de Borges sobre preferir las obras cortas a las largas, incluidas las de los mejores escritores. «La montaña mágica» me ha gustado, me ha entretenido y la considero además una obra ideal para el confinamiento. Confinado en casa, casi te puedes sentir como un visitante del sanatorio. Sin embargo, creo que disfruté mucho más de «Muerte en Venecia«, que leí hace ya once años. Creo que esto se debe a mi mayor interés sobre los temas tratados, pero también por la claridad de la narración y por la extensión de la obra.

escrito en alemán | leído en español

2 pensamientos en “LA MONTAÑA MÁGICA – thomas mann

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